El nacimiento de Elián
Ya cumplidas mis 40 semanas de embarazo me desperté la mañana del sábado con nauseas, dolor de estómago y tuve que correr al baño a vomitar. Seguía en el baño, pero me dí cuenta que mi estómago no estaba nada bien y no podía parar de vomitar así que le pedí a mi esposo que me llevara a sala de emergencias. Ese día la sala de emergencias estaba llena, me toman los vitales y me revisa la Dra. de turno quien se da cuenta de que me están dando contracciones que aún yo no sentía y decidió enviarme con el escolta del hospital a sala de parto.
El escolta, muy amable, decidió llevarme en camilla ya que yo estaba muy débil y no podía para de devolver. Una vez en sala de parto se dan cuenta de mis vómitos y ahí empiesa mi martirio. Me tratan con asco las enfermeras, me hacen bajarme de la camilla y en todo momento usan un tono autoritario para hablarme. Me comienzo a sentir peor de lo que me sentía ya que veía que de hablar me contestaban mal. Me pusieron en un cuarto aparte para que se le pegara me virus a las otras mujeres que habían en sala de parto. Las enfermeras empiesan a prepararme y a revisarme. Era sumamente doloroso para mí cada vez que me revisaban y no me encontraban dilatando. Una de las enfermeras me dijo de mala manera que yo tenía una infección vaginal y que se lo diría al Dr. para que les diera instrucciones. Seguían llegando otras 2 ó 3 enfermeras para revisarme y confirmar que aún no dilataba. Mientras más me revisaban más dolor yo sentía y ninguna me daba medicamentos para mis vómitos y mi diarrea. Me sentía muy débil y muy lastimada. Llegó el Dr. y me verificó y después de tantos chequeos me dice que aún no estoy de parto así que dió la orden para que me llevaran de vuelta a sala de emergencias. Mientras todo esto ocurre nadie me da ningún tipo de medicamento para detener mis problemas estomacales. Continúo yendo al baño en cada momento q lo necesito y sin tener ayuda de mi esposo ya que no lo dejaron estar conmigo en ese momento. Vuelve el escolta y me llevó a sala de emergencias.
Estando en sala de emergencias necesito volver al baño tenía que vomitar y usar el inodoro y habían problemas con las cerraduras así q las puertas no cerraban. Ya en ese momento le habían permitido a mi esposo estar denuevo junto a mí y el tuvo que aguantar la puerta mientras yo muy débil usaba el baño. Mientras caminada con los dolores estomacales los pacientes que estaban en sala de emergencias me veían y le decían a la Dra. que hicieran algo para atenderme antes de que yo perdiera mi bebé por lo mal q ellos me veían. Mi esposo le pedía los medicamentos a las enfermeras pero nadie me daba nada, solo me pusieron un suero para hidratarme, pero no llegaban los medicamentos para detener mis vómitos y mi diarreas y yo seguía de la camilla que me pusieron en el pasillo al baño porque no podía parar. Regresa la Dra. a revisarme convencida de que yo necesitaba estar en sala de parto y decidió comunicarse directamente con el ginecólogo de turno ya que no lograban comunicarse con mi ginecólogo q atendía en ese hospital.
Comienza una lucha de poder entre ambos médicos. El Dr. no quiere atenderme y la Dra. se niega a dejarme en sala de emergencias porque estaba segura de que yo estaba en momento de parto. Ambos médicos discutían molestos porque ninguno quería ceder. En algún memento deciden que yo regrese a sala de parto y mientras esto pasaba nadie me estabiliza. Me suben nuevamente a sala de parto mientras los pacientes en sala de emergencias se alborotavan por lo que estaba pasando conmigo. Regreso a sala de parto y una vez más me preparan, pero esta vez por fin me dan medicamentos para estabilizarme y le dicen a mi esposo que tiene que irse porque no se le permite estar conmigo en esa área. Nos despedimos y me toca pasar la noche sola y levantándome de la cama para seguir yendo al baño sin fuerzas. He pasado todo en día sin comer nada y ya es de noche y deciden que ya puedo ingerir algo de líquidos. Ya que mi esposo se había ido me dejan saber que ellos no tenían como darme líquidos y q tendría que llamar a mi esposo para q me trajera de tomar. Yo me sentía muy mal, las enfermeras me estaban tratando molestas y yo no quería estar así entre ellos. Cuando mi esposo logró traer lo que yo tenía que ingerir ya yo me sentía con más fuerzas y le dejé saber lo mal que me estaban tratando. En ese momento la enfermera me dijo que si yo no quería estar ahí podía firmar el alta e irme a casa bajo mi responsabilidad y que en caso de que necesitara regresar podría hacerlo y no se me podían negar los servicios.
Cuando ella me dijo esto no lo pensé mucho y pedí q me dieran los papeles. Ya me sentía mejor y sabía que estando en casa me iba a sentir aún mejor. Mi esposo se quedó sorprendido, pero respetó mi decisión. Él sabía que si yo estaba haciendo eso era porque realmente no me estaban tratando bien allí. Así que recogí mis cosas y me cambié después de haber firmado los papeles necesarios.
Una vez llegamos a casa de mis suegros ya todos estaban durmiendo porque era de madrugada. Yo me acosté a dormir y pasé la noche muy tranquila. Tenía algo de miedo, pero sabía que Dios estaba en control de todo. En la mañana del domingo al levantarme fuí al baño sin problemas y continuaba hidratándome. Cerca de las 9am empesé a sentir mis primeras contracciones. Le dejé saber a mi esposo lo que estaba pasando y él empesó a tomarme el tiempo de duración de las contracciones y el tiempo entre cada una de ellas. Mientras más pasaba el tiempo más nos dábamos cuenta de que el bebé quería nacer ese día. Mi esposo estaba muy tranquilo dándome apoyo, pero yo estaba que me retorsía con cada contracción. Llamé a mi hermana y le dejé saber lo que sentía y ella por su experiencia me orientaba. Estaba más que confirmado, el bebé nacería ese 16 de octubre de 2013, 2 días antes de la feche de parto que me había dado mi ginecólogo.
Llegué al hospital y ya contracciones fuertes mi esposo me dejó en la puerta mientras estacionaba el carro, sin imaginarnos que ahí continuaría mi pesadilla anterior. La enfermera de recepción muy preocupada y nerviosa ya que según ella no estaba lista emocionalmente para atender un parto decidió subirme directamente a sala de parto para q mi bebé no naciera en la entrada de sala de emergencias. Yo estaba algo nerviosa y solo esperaba que mi esposo llegara a mi lado a darme apoyo. Las enfermeras de sala de parto me metieron a una de las habitaciones y me prepararon. A lo lejos en el pasillo se escuchaba nuevamente al ginecólogo que ya me había atendido cuando le dijeron que paciente que había firmado su alta había vuelto con contracciones fuertes. En ese momento escuché cuando él muy molesto gritaba que él no me atendería. Entró a la habitación me levantó la voz regañándome y yo me quedé totalmente en silencio. Me repitió varias veces que no me iba a atender y que había sido una irresponsabilidad de mi parte haberme ido como lo hice. En ese momento yo seguía callada y solo respiraba tratando de controlar el fuerte dolor de mis contracciones. El Dr. quitándose los guantes, ya que acababa de salir de una cesárea, y maldecía porque aunque él no quería atenderme estaba en la obligación de hacerlo. Ya yo estaba preparada así que se puso nuevos guantes y empesó a revisarme. Se dió cuenta de que no estaba dilatando, pero mis contracciones eran muy fuertes así que me dejó saber que habría que hacerme una cesárea. Mi ginecólogo nunca respondió las llamadas durante ese día, así q me olvidé de él. Yo sólo pensaba en el bienestar de mi bebé así que firmé el documento necesario para llevar a cabo el procedimiento y mientras me trasladaban al cuarto donde harían la cesárea me preguntaron por mi esposo. Les informé que se suponía que él estaría presente en el nacimiento del bebé, pero mientras me entraban al cuarto y me ponían la anestesia espinal, ya yo estaba cedada, cuando una enfermera o la anestesióloga me informaron que mi esposo se había negado a entrar porque tenía miedo de ver el procedimiento. Que sola y asustada me sentía la anestesia me hacía cada vez sentir peor. La sensación de tener el pecho apretado y de no poder respirar me llevó a decirle como pude a la enfermera que sentía q me faltaba el aire. Ella me dijo de muy mala manera que estaba hablando era porque podía respirar. Oh Dios!!! Que horrible sensación aquella. Sólo le pedía a Dios que mi bebé naciera y que si me pasaba algo en aquel lugar que le diera las fuerzas necesarias a mi esposo para poder cuidar de él. Ya me había resignado y había entregado todo en las manos de Dios porque sentía que aquellas personas que estaban en ese cuarto me ddejarían morir sin preocupación alguna. Me sentía entre loboss hambrientos y sin poder defenderme. Nunca se borrará de mi mente ese recuerdo tan horrible.
Pero en unos segundo todo cambió para mí al escuchar ese llanto tan hermoso. Oh Dios mío ese llanto me revivió!!!! Ese llanto que me decía mamá estoy ya estoy aquí y estoy bien!!! Que sensación tan hermosa escuchar ese llanto que me cargó de fuerzas para seguir batallando. Luego escuché la voz de una enfermera cuando me dijo: "Mamá, felicitaciones, es un varón y nació a las 1:00 pm pesando 6.5 lbs. y midiendo 18 pulgs.". Me preguntaron su nombre y con la poca fuerza q podía hablar le respondí: "Elián Joel". Me mostraron su hermosa carita toda hinchadita y sucia y así pude darle un beso y se lo llevaron luego de mostrarme las banditas que le habían puesto para identificarlo.
Luego de esto mis ojos se cerraron y cuando volví a despertar no sabía donde estaba hasta que logré ver el rótulo de RECOVERY a mi lado derecho. Miré hacia mi lado izquierdo y a lo lejos veía varias siluetas. Poco a poco mi vista aclaraba y pude distinguir una de ellas. Era mi esposo, pero me sorprendió verlo acompañado de guardias del hospital. Al darse cuenta de que desperté lo dejaron pasar a verme, pero noté sus ojos llenos de lágrimas. Mi corazón se destrosó, yo solo pensaba en mi bebé. Le pregunté que le pasó y echado en llanto me decía que no lo dejaron pasar porque decían que yo no había autorizado a que él pasara al procedimiento. Yo sorprendida le conté lo que había sucedido anteriormente y él en llanto sólo lamentaba haberse perdido esa experiencia conmigo. Los dos estábamos muy molestos con la manera en que se dieron las cosas, pero decidimos calmarnos y disfrutar del nacimiento de nuestro primogénito. Ese pequeñín que nos acababa de hacer papá y mamá.
Ya despierta me pasaron a un cuarto privado. Mis suegros y Jessica, quien es mi amiga, madrina de bodas y una de las madrinas del recién nacido, estaban en el pasillo esperando impacientes y me decían que ya habían visto al bebé y lo hermoso que era.
Sólo le doy gracias a Dios por todos los que estuvieron con nosotros en aquel momento. Gracias por su gran apoyo y por su gran paciencia. Lamento que nada se diera como se había planeado, sólo Dios sabe porque pasaron las cosas de ese modo. Aunque nos pasó por la mente demandar luego decidimos no hacerlo por muchísimas razones que no quiero mencionar para no alargar más el tema. Ahora sólo me disfruto a mis retoños y le doy gracias a Dios por cada experiencia vivida porque de cada una se aprende algo.
Espero que cada una de las mujeres que lean esto y que estén embarazadas puedan tener una gran y única experiencia a la hora del parto y que en algún momento creen que no van a poder se agarren de la mano de Dios y esperen escuchar ese llanto q revive a cualquier madre en el mundo ya que a mí el llanto de mi bebé me revivió.
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